Podemos bailar en solitario y podemos bailar en grupo. Podemos compartir lo que nos une, lo que nos diferencia a unos de otros. Para mí, bailar es una forma de pensar. A través de la danza podemos encarnar las ideas más abstractas e incluso revelar lo que no podemos ver, lo que no podemos nombrar.
La danza es un vínculo entre personas, un puente entre el cielo y la tierra. Llevamos el mundo en nuestros cuerpos. A fin de cuentas, pienso que cada instante de danza forma parte de una función más vasta, de una coreografía que no tiene principio ni fin».
Anne Teresa De Keersmaeker (Mechelen, Bélgica, 1960), coreógrafa y directora de la compañía de danza Rosas.
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