lunes, 30 de agosto de 2010

¿Se me ha pasado el arroz?

Una amiga me dijo este verano que le recordaba mucho a Carrie Bradshow, de Sexo en Nueva York. La verdad es que me sorprendió bastante que me lo dijera y, no sé bien si porque todas queremos ser Carrie o porque me pudo más la curiosidad de saber qué rasgos de su personalidad se parecían a los míos, decidí volver a ver la serie. Visionada de nuevo, he de decir que me siento bastante identificada con muchas de las situaciones que le ocurren a Carrie. Con Miranda no tengo nada que ver y confieso que hace un par de meses me acerqué peligrosamente a Samantha. Pero, hoy… hoy, soy Charlotte. Y todo se lo debo a una llamada telefónica. La que hice a una amiga del instituto que acaba de ser mamá, como todas mis amigas del instituto que, o han sido madres, están en proceso de serlo o se han casado y están pensando en esa posibilidad para un futuro no muy lejano. El caso es que estábamos hablando de lo bonita que puede llegar a ser la baba de un bebé cuando, de repente, dijo: “¿Y tú? ¡Qué se te va a pasar el arroz!”… Y ahí quedó la frase… suspendida en el aire.

La gente debería pensar seriamente las preguntas que formula y, especialmente, a quien se las formula porque, a una persona como yo, cuyo deporte favorito es pensar demasiado, el lanzar una cuestión así puede traer como consecuencia toda una noche de insomnio… Y así estuve, hasta las tres de la madruga… cuando recordé un episodio de Sexo en Nueva York en el que Charlotte, histérica, gritaba: “llevo saliendo con chicos desde los 15 años… ¡¿dónde está?!” y otro, de Friends, en el que Rachel celebraba su 30 cumpleaños y hacía una lista de la cosas que aún le quedaban por hacer y, se da cuenta de que, dentro de su planning de vida, tendría que haber conocido al hombre de sus sueños hacía un año…

Así que, entre pensamiento y pensamiento, llegué a la conclusión de que, a mí, se me había pasado el arroz hasta para conocer a la persona adecuada. Pero también pensé que, sí así era, podría convertirme en la tía enrollada de mis sobrinos, en la amiga de mamá, en una buena diseñadora, en una bailaora aficionada de flamenco… en tantas cosas… Entonces me dormí. Y volví a ser Carrie. Otra vez.

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